El derby de la ciudad del acero

La Inglaterra futbolística vivía ensimismada el gran clásico entre el Liverpool y el Manchester United. Anfield vibró con el renacer del corazón red en un escenario casi perfecto que incluyó un magnífico gol de falta.


Bueno, tal vez no toda Inglaterra estaba centrada en ese partido. A apenas 2 horas de Liverpool, en el centro del país, Sheffield se preparaba para el denominado “Derby de la Ciudad del  Acero”. Dos temporadas después se iba a vivir de nuevo este derby antiquísimo. Su primera edición se disputó el 15 de Diciembre de 1890. Desde entonces se han disputado un total de 126 encuentros oficiales (incluyendo el disputado este domingo). Tradicionalmente es un encuentro muy disputado con 45 victorias de los Blades por 41 de los Owls.

Sheffield es una ciudad industrial de esas que no suelen aparecer en las guías turísticas. Pero como se percibía en el film de 1997, Full Monty, respira fútbol por los cuatro costados. Incluso en los duros años 80 en los que la crisis del metal sacudió la ciudad, el fútbol se convirtió en la única válvula de escape.

Hoy en día los dos clubes de la ciudad, los Blades del United y los Owls del Wednesday, viven lejos de los focos mediáticos del primer nivel. Hasta hace dos temporadas  disputaban la League Championship, aunque primero unos y después otros, se han visto relegados a la League One. En este tercer nivel del fútbol profesional inglés se encuentran en los lugares altos de la clasificación, siendo de los favoritos para lograr el ascenso, o al menos disputar el play-off.

Ayer domingo 28.000 almas llenaban los graderíos de Bramall Lane. El encuentro se disputó a las 12:00 horas británicas. Teniendo en cuenta la hora y la categoría en la que se encuentran estos dos ilustres conjuntos, el ambiente era el de las mejores ocasiones. Los seguidores locales se las prometían muy felices con el 2-0 que figuraba en el marcador en el minuto 20. Los goles de Quinn y Evans levantaron  a la hinchada local. Pero en los instantes finales del partido, los goles de O’Grady y Madine, llevaron el empate al marcador y la desilusión al equipo local. De nada sirvieron las quejas del meta local Simonsen por una posible falta en el segundo gol.


Este derby, lleno de pasión y de fuerza, rodeado de un ambiente que para sí quisieran otros equipos de superior categoría, incluso dentro del mismo fútbol británico, refrenda que el juego en las islas se vive de un modo especial. Que incluso en un tercer nivel, casi 30.000 personas son capaces de llenar un estadio para animar hasta la extenuación a su equipo. Da igual en que categoría esté, que le seguirán apoyando. Este es el verdadero espíritu de este deporte.

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